


..... y el mas reciente de sus articulos...(no consegui las partes I y II sera para la proxima...)
El Nacional Todo en Domingo - Domingo 04 de Febrero de 2007 TODO EN DOMINGO/6
La Vida Sigue
De que vuelan, vuelan
(impactante capítulo final)
Rafael Osío Cabrices osiocabrices@hotmail.com www.rafaelosiocabrices.blogspot.com Ilustración Idana Rodríguez idanarodriguez@cantv.net
--------------------------------------------------------------------------------
Era un atardecer de lo más ordinario el que presenció el arribo de número Uno, número Dos y el falso parapsicólogo Luis Martínez al local sacudido por los poltergeist. Los cornetazos de Caracas destruían toda solemnidad. Pero encontraron en el pasillo de la planta baja un público expectante y con rosarios: Rosa, cuyo copete había virado hacia un amarillo de arrecife; la conserje y su poodle Pancho, crispado por el pánico; dos señoras de medio luto y cierto aroma a sardinas, y un viejo de suéter y expresión escéptica, con un ojo más abierto que otro, que les preguntó a modo de saludo: –¿Y qué es toda esa guarandinga que traen ahí? Mientras la conserje abría la puerta del famoso local en alquiler al que se atribuía una intensa actividad paranormal, Luis Martínez sacó una vieja antena y un manojo de cables, y dijo con una voz que intentaba imitar la de Christopher Lee en Las dos torres: –Con este equipo de ondas infrarrojas teledirigidas fue que pude disolver el nudo ectoplasmático del Fantasma de Sabas Nieves.
El viejo gruñó pero seguía ahí, atisbando tras las cuatro doñas y el perro cómo los tres extraños entraban lentamente al lugar, instalando una fuente de luz estroboscópica que habían conservado de una antigua miniteca. Número Dos advirtió al público que las entidades podían comenzar a reaccionar, y que si había alguien demasiado sensible era mejor que se retirara. Pancho ladró en tono de protesta y una de las doñas se persignó e hizo mutis. Las otras comenzaron a susurrar distintas oraciones.
Por unos 15 minutos, los tres charlatanes, conteniendo la risa, recorrieron el local, musitando frases que recordaban de viejas películas, como "detén al Misquamaqus, detén al Misquamaqus", o versos en dudoso latín provistos por líricas de heavy metal. La conserje se llevó a Pancho, cayó la noche y hasta el viejo desconfiado se dejó llevar por el enrarecimiento del ambiente: las luces rebanaban los movimientos y la letanía de las palabras extrañas los aislaban de los ruidos del tráfico exterior. Número Uno preguntó a los presentes si sentían cómo bajaba la temperatura –signo claro de la presencia de espectros como había aprendido en Sex to sentido– y todos dijeron que sí, que se les erizaba la piel y se les secaba la garganta.
–Los espíritus pueden buscar un cuerpo donde refugiarse –advirtió Luis Martínez–. ¡Recen fuerte! El viejo y la segunda señora huyeron. Rosa se quedó en la puerta, temblando. Número Uno examinó sus sensaciones. ¿Escalofríos? "Ay,sí". ¿Piernas pesadas? "Como plomo". ¿Ganas de salir corriendo? "Si pudiera, mijo". Luis Martínez se le acercó con la antena y le dijo que venía el momento final, el más peligroso. Rosa se volteó invocando a la Virgen y cerró la puerta tras de sí, dejándolos solos.
Los tres bromistas se arrinconaron para carcajerarse, sin apagar los equipos, hasta que pudieron volver a hablar, burlándose del pánico de los ancianos y de lo fácil que había sido hacerles creer que eran cazafantasmas y que había algo raro en el lugar. Los rodeaba un apartamento estrecho con olor a viejo, con restos de papel tapiz de los años 70 y una puerta beige que debía conducir a un baño. Las viejas ventanas estaban clausuradas y una reja los separaba del mundo. Comenzaron a recoger los cables, pensando en qué iban a decir a los vecinos a continuación, cómo les dirían que los espectros habían sido derrotados, que ya no tendrían de qué preocuparse.
Y entonces, en ese local cerrado y sin brisa, la puerta del baño se abrió casi por completo. Número Uno, número Dos y Luis Martínez, que ya andaban hacia el pasillo, se volvieron en silencio a contemplar el fenómeno. Les dio frío. Se les erizó la piel. Se les quitaron las ganas de reír. Tomaron los bolsos de cachivaches y pudieron escuchar cómo aquella puerta se cerraba de golpe mientras ellos salían de ahí.
Rosa, la conserje y el poodle los estaban esperando. Corriendo hacia la combi, Luis Martínez les gritó, sofocado: –¡No se acerquen a ese sitio, que allí hay una vaina muy rara!
© 2002. CA Editora El Nacional.
Todos Los Derechos Reservados
para otro dia la panita maitena...
1 Decidieron comentar algo:
Me encanta que vuelva a escribir!!!!!!!!!!!!
Publicar un comentario